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  • Foto del escritorJuli Lacombe Cecco

Abrí mis registros akáshicos y esta fue mi experiencia

"No soy de esas personas que disfruta de tirarse las cartas del tarot o de leerse sucarta astral, no quiero saber sobre mi futuro ni quiero develar misterios extraños sobre las personas que podrían cruzarse en mi camino.

Creo en la ley de atracción, en la energía, en el poder de la mente y en la fuerza del amor. Creo que hay algo que nos trasciende como seres humanos y que es tan grande que no lo podemos razonar y ese es el móvil de todas las religiones que existen.

Me parece muy egoísta creer que somos los únicos habitantes del universo y es demasiado triste creer que luego de una vida de aprendizajes nos reducimos cenizas. Somos más que carne y un período finito de años de vida en la tierra.

Lo que nunca se había cruzado por mi cabeza, sin embargo, era que existía algo tan fuerte como la memoria del alma. En todas las teorías de la vida y la muerte que en algún momento desarrollé, obvié una parte y era esa, justamente, la que necesitaba para hacer un cambio radical.

Hace un año atrás recuerdo estar conversando con una amiga y me comentó acerca de esta forma alternativa de hacer terapia. Abrirse los registros es ingresar al alma para comprender el motivo de las cosas que nos suceden y crecer en función de eso.

Es conectarse con el interior y la energía que nos rodea para poder ordenar el pasado y el presente. Puede ser 1 o más sesiones, pero con solo hacerlo una vez comienzas a tratar aquellos traumas y miedos que acarreas inconscientemente hace años.

Mi experiencia

Abrí mis registros akáshicos 2 veces en 25 años, con un espacio de un año entre cada apertura. Y desde que lo hice, mi forma de entender el mundo cambió completamente.

Debo confesar que la primera vez que fui estaba desconsolada y era incapaz de ver la riqueza de mi vida, era uno de esos momentos en los que crees que nada puede ser peor. El móvil principal era mi corazón roto, mi incapacidad de sanarlo y el dolor intrínseco por atravesar varias veces la misma situación.


No encontraba respuestas ni razones; estaba perdida, inmersa en una negatividad que me consumía cada vez más. El llanto era moneda corriente y nada de lo que vivía era lo suficientemente bueno como para hacerme sentir mejor. El día que decidí buscar respuestas o —al menos— comenzar un camino hacia una posible recuperación fui a abrir mis registros akáshicos.


Recuerdo que estaba ansiosa y muy angustiada por tener que recurrir a algo así para buscar mi bienestar. Antes de entrar al consultorio tuve miedo y me sentí muy sola. Pero, a pesar de todo, entré. 

Para la primera sesión tuve que llevar preguntas sobre mi vida, que podían estar relacionadas a cualquier cosa. Los Maestros (cuidadores de los registros akáshicos) responderían todo aquello que necesitara saber y me darían las claves para comenzar a modificarlo.


La sesión duró 1 hora y tocamos todos los aspectos de mi vida a los que necesitaba prestarle atención. Desde mis vínculos familiares conflictivos, pasando por la repetición de ciertas conductas aprendidas de mi árbol genealógico, hasta el camino que debía seguir para transformar la energía negativa en positiva.

Al llegar al consultorio nos sentamos frente a frente, la lectora de registros hizo una oración y le pidió a los maestros que abrieran mis registros. Luego de la oración comenzó a contestar las preguntas que tenía y a decirme cosas que los maestros enviaban para mi.

Ambas estábamos conscientes, pero ella luego de que culminó la sesión no recordaba con claridad lo que me había dicho.

Durante la sesión habló de experiencias intrauterinas que fueron los disparadores de mis limitaciones más grandes, que luego pude confirmar con mis padres. Además de conectarse con mis vidas pasadas que delimitaban varias de mis acciones. 

Fui incapaz de entender muchas de las cosas que me dijo hasta luego de unos meses, sin embargo, hubo cambios instantáneos. De hecho, cuando salí del consultorio sentí una liviandad en mi cuerpo que era como si me hubiese quitado una mochila de encima.

Lo que pasó en las semanas siguientes solo confirmó lo que sentí el día que abrí mis registros. Luego de entender el motivo por el que estaba viviendo ciertas cosas pude quitarle la connotación negativa a mi vida y disfrutar del momento que estaba viviendo.


Esto fue todo lo que aprendí

Lo que voy a decirles a continuación no es un descubrimiento que nadie haya hecho jamás, pero son cosas que solemos olvidar y son tan importantes que no tenerlas en cuenta nos destruye.

Por más de que suene a cliché, el amor es el motor de todas las acciones. Nos movemos por amor, arriesgamos por amor, somos a través del amor. No podemos dejar atrás ningún aspecto de este sentimiento porque cuando lo hacemos nos olvidamos de nuestra verdadera razón de ser.

Es un mal momento, no una mala vida, todo pasa, siempre sale el sol. Ahogarse en un problema solo nos hace tener que volver a vivirlo para poder retener la lección que no aprendimos.


La vida se trata de lecciones y es por eso que vivimos lo que vivimos. Debemos abrazar cada piedra que se pone en el camino, debemos entenderla y avanzar en función de ella. El destino es perfecto, pronto ese desafío se convertirá en lección y seremos más fuertes.

No podemos forzar las cosas, vivir preocupados por el futuro, comparándonos con los demás o renegando porque estamos solos. Eso nos hace personas incapaces de entender el verdadero sentido de todo esto. Hay que liberar las etiquetas, los estereotipos, lo que esperan de nosotros; y comenzar a vivir disfrutando de lo que efectivamente tenemos.

El corazón no está roto para siempre. El amor es hermoso, aunque quizás no funcione para siempre, pero eso no lo hace dañino. Tenemos que entender que quien pasó por nuestras vidas lo hizo por una razón y si se fue (sin importar la forma en que lo hizo) es porque ya no teníamos nada que aprender. Soltar es el mejor ejercicio para entender qué es lo que merecemos.

Somos un espejo, cómo nos vemos es cómo los demás no tratan. Si me autoengaño me engañarán, si no me quiero los demás no lo harán. Ser sincero con uno mismo es la clave del cambio interno y en las relaciones humanas.

La apertura de registros akáshicos fue, para mí, una instancia de autodescubrimiento que me mostró el mundo de una forma más armoniosa y hermosa. Me ayudó a sanar y caminar hacia adelante, es por eso que la recomiendo…

¿Te atreverías?"


Gracias Valentina De Anda por compartir tu experiencia ♥

https://www.vix.com/es/identificacion/189582/abri-mis-registros-akashicos-y-esto-es-todo-lo-que-tengo-que-decir-de-la-experiencia

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